Conclusiones

Los resultados están por debajo de los arrojados por los textos clásicos, lo cual no sorprende dada la premura (y, en alguna ocasión, la ligereza) con la que se ha llevado a cabo el experimento. Como ya hemos señalado, el factor crítico que explica la falta de potencia de la balista "moderna" es sin duda el material para la soga de torsión: la capacidad elástica del poliéster es muy inferior a la de los tendones. Aún así, el último tiro, que alcanzó 80 m, nos hace ser optimistas: probablemente, si fuera posible elaborar la soga de tendón, podríamos reproducir, al menos, el resultado señalado por Filón.
No queremos acabar este trabajo sin invitar al (paciente!) lector a una reflexión sobre el papel del rigor en las reconstrucciones históricas. Hemos visto en el documental lo difícil que resulta ceñirse por completo a las fuentes a la hora de emprender una reconstrucción; o bien por falta material de tiempo o recursos (como en el caso de la soga) o bien por disensiones entre nuestra mentalidad de hombres del siglo XXI y lo que se señala en los textos (como en el caso de las vigas modificadas), casi siempre hay razones para variar más o menos ligeramente el diseño respecto del descrito en las fuentes. En nuestra opinión, estas modificaciones deberían limitarse a lo estrictamente necesario, en el sentido de que nuestro objetivo, como historiadores, no debe ser el de obtener un resultado funcional, sino el de poner a prueba las fuentes. Nos preguntamos qué información aportaría, históricamente, una balista de acero con cables de poliéster por mucho que lograra reproducir los 300 m de Vitruvio. Creemos que la tarea del investigador, en Historia, es idear tests que nos permitan hacernos preguntas --y responderlas-- acerca de las fuentes, que es en donde está depositado el conocimiento histórico. Una máquina que no funcionó, en ese sentido, puede ser mucho más fructífera, porque nos plantea por qué no funciona: ¿se debe a la conversión de unidades? ¿A un error de interpretación? ¿Disponían los autores de una tecnología de dieron por sobreentendida? ¿Mentían, en última instancia, o se equivocaban? Todas estas preguntas son pertinentes y tienen un enorme y fundamental contenido histórico. Y el hecho de poder plantearlas con corrección y poder darles una respuesta fiable está directamente relacionado con la cantidad de rigor que invirtamos en nuestro experimento. Cuanto más nos distanciemos del texto, más error estaremos introduciendo no sólo en nuestras deducciones, sino también en las preguntas que planteemos. Así que nuestra proposición es: un completo rigor casi nunca es alcanzable, pero siempre es deseable, y saber cuándo y en qué medida nos desviamos de él nos proporciona información valiosa acerca de la validez de nuestras deducciones. Esto es, hasta cierto punto, una obviedad, pero queríamos dejar constancia de ello como una de las reflexiones que nos ha planteado este trabajo.
Por lo demaś, aquí terminamos. Muchas gracias a los que habéis aguantado hasta aquí y agradeceremos cualquier comentario sobre un texto que sabemos que no es perfecto, pero estamos dispuestos a mejorar.

Vale, Navegante!